La Sinfonía n.º 6 en fa mayor, op. 68, "Pastoral", fue terminada por Ludwig van Beethoven en 1808.
Es una de las pocas obras de música programática de Beethoven, y el compositor la subtituló Recuerdos de la vida campestre.
Beethoven fue un amante de la Naturaleza, tanto así que pasaba gran parte de su tiempo caminando por el campo. Frecuentemente abandonaba Viena para trabajar en localidades rurales. No fue, sin embargo, el primer compositor en describir sinfónicamente la Naturaleza: por ejemplo, en su oratorio Las Estaciones, estrenado en 1802, Franz Joseph Haydn similarmente pintó el amor por la Naturaleza, campesinos bailando, una tormenta, pájaros cantando, y otros similares.
Anteriormente, durante el Barroco francés e italiano, se compusieron piezas que pretendían imitar a la Naturaleza, aspiración muy propia de la Ilustración. El veneciano Antonio Vivaldi había compuesto sus celebérrimos Conciertos para violín Opus 8, Las cuatro estaciones, genial pintura de la naturaleza, con tormentas, cantos de aves, moscardones, etc.
Beethoven optó por componer una sinfonía, y así escapó del carácter sobre-literal que un libreto -en el caso de componer una cantata o un oratorio- hubiese impuesto. Como dijo el compositor, la Sexta Sinfonía es «más expresión de sentimientos que pintura de sonidos», y el mismo punto se ofrece en el título que colocó en el primer movimiento.
La Sexta Sinfonía fue compuesta simultáneamente con la más famosa de Beethoven -y la más potente- Quinta Sinfonía. Fue estrenada junto a ésta en un exageradamente largo concierto en el Theater an der Wien de Viena, el 22 de diciembre de 1808. Fue recibida fríamente, sobre todo debido a su más brillante contraparte, la Quinta. Si bien la Sexta contiene algunos de los pasajes más hermosos del músico de Bonn, la gente deseaba otra obra cargada y aventurera, y la obra relativamente calmada e introspectiva no fue muy de su agrado.
A pesar de su estreno poco auspicioso, la pieza se ha convertido poco a poco en una de las obras centrales del repertorio sinfónico. Es la favorita de muchos oyentes y es muy frecuentemente interpretada y grabada en la actualidad.
La obra dura alrededor de 40 minutos.
Composición
La sinfonía rompió con el molde clásico al tener cinco movimientos, en lugar de los cuatro típicos. Los movimientos son:
Erwachen heiterer Empfindungen bei der Ankunft auf dem Lande («Despertar de alegres sentimientos con la llegada al campo»): Allegro ma non troppo.
Szene am Bach («Escena junto al arroyo»): Andante molto mosso.
Lustiges Zusammensein der Landleute («Alegre reunión de campesinos»): Allegro.
Hirtengesang. Frohe und dankbare Gefühle nach dem Sturm («Himno de los pastores. Alegría y sentimientos de agradecimiento después de la tormenta»): allegretto.
Beethoven adapta su programa descriptivo a la forma sinfónica clásica habitual, insertando después del scherzo (III movimiento) un movimiento adicional (Tormenta), que preludia el final. En el final del andante (escena junto al arroyo), la flauta, el oboe y el clarinete se aúnan armoniosamente en la imitación de otros cantos del ruiseñor, la codorniz y el cuclillo (compases 129 a 136 del Andante molto mosso). El propio compositor advierte que estas descripciones no deben tomarse de una manera demasiado literal, él las clasifica de expresión de sentimiento, antes que de descripción.
Sólo el primer movimiento se acomoda a la forma sonata. El tercer movimiento responde a la forma Scherzo- Trío, modificada. Esta sección se enlaza sin pausa con los dos últimos movimientos, práctica que Beethoven solamente empleó en esta obra y en la Quinta Sinfonía. Felix Mendelssohn (Sinfonía de la Reforma) y Robert Schumann (Cuarta Sinfonía) retomaron este procedimiento décadas después.
La Obertura 1812, Op. 49 es una obertura romántica escrita por el compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovski en 1880. La pieza fue escrita para conmemorar la victoriosa resistencia rusa en 1812 frente al avance de la Grande Armée de Napoleón Bonaparte. La obertura fue estrenada en Moscú el 20 de agosto de 1882. La obra es reconocida por su final triunfal, que incluye una salva de disparos de cañón y repique de campanas.
En su visita a Estados Unidos en 1891, Tchaikovski dirigió la obra en la inauguración del Carnegie Hall de Nueva York. Pese a que esta obertura no tiene relación con la historia de Estados Unidos, su ejecución suele ser una parte clásica de los festejos por la independencia norteamericana.
Estructura
Parte de la partitura de la obra
Los tempos del único movimiento de esta obra son Lento - Andante - Allegro giusto - Largo y Allegro vivace. Dieciséis disparos de cañón están escritos en la partitura. La obra comienza con una melodía religiosa de la Iglesia Ortodoxa Rusa, ejecutada por ocho violoncellos y cuatro violas, que recuerda cómo la declaración de guerra contra Francia fue notificada al pueblo en los servicios religiosos de toda Rusia. En ocasiones esta parte de la obertura es cantada a capella por un coro, aunque no es original del compositor. Continúa con una mezcla de melodías tradicionales (incluida la danza "A la puerta, a mi puerta") y militares, que representan la angustia creciente del pueblo ruso al saberse invadidos por el ejército francés. La pieza continúa con una marcha presentada por los metales, donde se oye cargar a los ejércitos para enfrentarse en la batalla de Borodino. Un fragmento repetitivo y triunfal del himno nacional francés, La Marsellesa, sirve para representar al ejército invasor y la victoria de Napoleón sobre los rusos. A continuación, un diminuendo en la música representa la retirada rusa, evitando la confrontación directa con las tropas francesas al tiempo que dejan tierra arrasada. Vuelve a sonar la marcha de los metales y el fragmento de La marsellesa, para indicar la entrada de los franceses en una Moscú incendiada. El fragmento de La marsellesa sigue sonando, ahora en diminuendo, indicando la retirada de las tropas francesas, al tiempo que un crescendo indica el asedio ruso. Cinco disparos de cañón acompañan el avance de los rusos expresado en los instrumentos de cuerda y los metales, que preparan el campo para el cierre triunfal con el contrapunto entre el leitmotiv que representa al ejército ruso y el himno imperial ruso Dios salve al Zar, apoyado por once disparos de cañón y un repique de campanas. Este final muestra un anacronismo curioso, ya que Dios salve al Zar no era en 1812 el himno ruso, sino que lo era en la época en la que Tchaikovsky compuso la obra.
Composición
El 7 de septiembre de 1812, en Borodino (a 120 km al oeste de Moscú) las tropas de Napoleón se enfrentaron a las fuerzas del general Mijaíl Kutuzov en la única batalla formal presentada por los rusos contra el hasta entonces invicto ejército francés. La batalla de Borodino tuvo un saldo estimado de 100000 bajas y resultó una victoria pírrica para Napoleón. Con sus recursos agotados las fuerzas maltrechas de Napoleón avanzaron hasta Moscú, que se rindió sin presentar resistencia. Esperando la capitulación del zar Alejandro I, los franceses se encontraron atrapados en una ciudad incendiada, lejos de sus líneas de abastecimiento. Al no poder asentar sus cuarteles de invierno, Napoleón se vio obligado a abandonar Rusia. Entre el 19 de octubre y hasta diciembre el ejército francés se enfrentó a varios contratiempos abrumadores en su larga retirada: hambre, bajas temperaturas, y el constante asedio de las fuerzas rusas. Abandonada por Napoleón en diciembre, la Grande Armée se encontró reducida a la décima parte de su número al momento de alcanzar Polonia. La Obertura 1812 puede ser interpretada como una representación literal de la campaña napoleónica en Rusia: en junio de 1812 el ejército francés compuesto por más de medio millón de soldados y casi 1200 piezas de artillería cruzó el río Niemen en Lituania. El Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, consciente de que el ejército imperial ruso, inexperto y pobremente equipado, no podría hacer frente a la maquinaria de guerra más poderosa de su tiempo, convocó al pueblo a rezar por la liberación y la paz. El pueblo ruso respondió en masa, congregándose en las iglesias de toda Rusia para ofrecer sus oraciones para una intervención divina (representado por el himno religioso inicial). Las notas ominosas que suenan a continuación expresan la inminencia del conflicto y la preparación para la batalla, en un cruce entre la desesperación y un gran entusiasmo, seguido por los sones distantes de La marsellesa representando el avance francés. Los dos ejércitos se encuentran en Borodino, y La marsellesa se impone tras una dura lucha. El zar apela al espíritu ruso con una súplica elocuente, llamando a su gente a seguir adelante y defender a la Madre Rusia. Este pedido apasionado y la respuesta popular quedan plasmados en la pieza tradicional rusa que sigue. La marsellesa vuelve a elevarse, indicando el avance sobre Moscú por parte de las fuerzas francesas. Los rusos abandonan sus pueblos y ciudades en el camino a Moscú dejando atrás tierra arrasada, y el crescendo de la música tradicional rusa va imponiéndose contra el himno francés, hasta que este choque llega a un punto elevado, indicando la caída de la última línea de defensa rusa, al tiempo que Moscú arde. En el momento de la toma de Moscú, cuando todo parece perdido, el himno religioso del inicio es oído de nuevo representando la intervención divina, que trae un invierno extremo para el que los franceses no estaban preparados. Las tropas invasoras comienzan su retirada, pero sus cañones, atrapados en el terreno congelado, son capturados por los rusos que los disparan para expulsarlos. En el final apoteósico los cañones son disparados en señal de triunfo, con el apoyo de las campanas de iglesia.